CUANDO SEAMOS GRANDES!!!

Cuando seamos grandes, no nos olvidemos que para las noches se hicieron los cuentos, y los reyes magos, y los duendes buenos; que sólo hace falta cuando llega el sueño tener bien a mano la voz de un abuelo.
No nos olvidemos que en una vereda cabe un mundo entero, de risas y ruedas, que no hay mar tan nuestro como el de la acequia, que con dos pedales de una bicicleta lo que queda lejos siempre queda cerca.
No nos olvidemos de las maravillas que guardan adentro las cosas sencillas, los viejos cajones, la flor, la semilla.
La vida es un viaje y es cuestión de vida sentarnos al lado de la ventanilla.
Cuando seamos grandes va a ser muy bonito tener como amigos a los animalitos y gritarles cosas y entender sus gritos, y explicar los vuelos por el infinito...(los grandes no entienden a los pajaritos).
No nos olvidemos cuando seamos grandes que un beso es un modo de quedarse en alguien, que siempre es horario para acariciarse, que el amor es todo, que ternura es madre, que hay que estar temprano cuando se hace tarde.
Cuando seamos grandes no nos olvidemos de la fantasía, del sol y los juegos, y los cumpleaños, y el circo viajero, los pasayos tristes, los muñecos buenos, la hermosa costumbre de decir: ¡TE QUIERO!...
Ojalá que nunca dejes de soñar, de jugar, de besar, de acariciar, de amar...
Ah!! Y nunca te olvides...al ser grande, de la maravillosa virtud de saber perdonar...

LA MENTIRA!!! Feliz día de los Niñ@s

"Yo tenía 16 años y estaba viviendo con mis padres en el instituto que mi abuelo había fundado en las afueras, a 18 millas de la ciudad de Durban, en Sudáfrica, en medio de plantaciones de azúcar.
Estábamos bien al interior del país y no teníamos vecinos, así que a mis dos hermanas y a mí, siempre nos entusiasmaba el poder ir a la ciudad a visitar amigos o ir al cine.
Un día mi padre me pidio que le llevara a la ciudad para asistir una conferencia que duraba el día entero y yo aproveché esa oportunidad.
Como iba a la ciudad mi madre me dio una lista de cosas del supermercado que necesitaba y como iba a pasar todo el día en la ciudad, mi padre me pidió que me hiciera cargo de algunas cosas pendientes, como llevar el auto al taller.
Cuando me despedí de mi padre él me dijo: - Nos vemos aquí a las 5 p.m. y volvemos a la casa juntos. Después de completar muy rápidamente todos los encargos, me fui hasta el cine más cercano.
Me concentré tanto en la película, una película doble de John Wayne, que me olvidé del tiempo, eran las 5:30 p. m. cuando me acordé, corrí al taller, conseguí el auto y me apuré hasta donde mi padre me estaba esperando, eran casi las 6 p. m. Él me preguntó con ansiedad: - ¿Por qué llegas tarde? Me sentía mal por eso y no le podía decir que estaba viendo una película de John Wayne; entonces le dije que el auto no estaba listo y tuve que esperar...esto lo dije sin saber que mi padre ya había llamado al taller.
Cuando se dio cuenta que había mentido, me dijo: - Algo no anda bien en la manera como te he criado puesto que no te he dado la confianza de decirme la verdad, voy a reflexionar que es lo que hice mal contigo, voy a caminar las 18 millas a la casa y a pensar sobre esto.
Así que vestido con su traje y sus zapatos elegantes, empezó a caminar hasta la casa por caminos que no estaban ni pavimentados ni alumbrados, no lo podía dejar solo... así que yo manejé 5 horas y media detrás de el... viendo a mi padre sufrir la agonía de una mentira estúpida que yo había dicho, decidí desde ahí que nunca más iba a mentir.
Muchas veces me acuerdo de este episodio y pienso... Si me hubiese castigado de la manera como nosotros castigamos a nuestros hijos... ¿hubiese aprendido la lección?... ¡No lo creo!... Hubiese sufrido el castigo y hubiese seguido haciendo lo mismo... Pero esta acción de no violencia fue tan fuerte que la tengo impresa en la memoria como si fuera ayer... ¡Éste es el poder de la vida sin violencia!. La misma tierra que te hace caer, te ayuda a levantarte.

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